¡Qué poca importancia damos a veces a las
cosas que, mirándolo bien son las que verdaderamente importan! Y, ¿a qué va esto
ahora? Pues a algo tan simple y tan sencillo como es el transcurrir diario en
la vida cotidiana. Hay algo que está muy claro, aunque todos no lo veamos
siempre con claridad, y es que las personas nos necesitamos, y nos necesitamos
siempre.
Nuestra
experiencia con los vecinos así nos lo grita cada día. Tenemos unos vecinos que
son maravillosos, siempre están pendientes de lo que podamos necesitar y si
aparentemente no necesitamos nada, comparten con nosotras parte de lo que es su
comida cotidiana. Con frecuencia nos suben arroz, guisado con extraordinario
primor; chapati, que saben es una comida india que nos gusta mucho; algún
postre dulce que Mery elabora con mucho cariño y muy requete bien; por no
hablar de las exquisitas papayas que nuestro cuerpo tanto agradece. Podíamos
seguir... sí, si se trata de mover algo de peso, ahí tenemos a Ballá que nos
hace ese trabajo, si nos falta el agua ahí está él acarreando buenos cubos para
servir a aquello que necesitamos. Bueno, un sin fin de cosas buenas y positivas.
Ellos son pobres, muy pobres porque sus ingresos son muy bajos, a pesar de que
tanto el marido como la mujer trabajan muchísimo.
Haciendo un postre con Mery |
Este
matrimonio tiene un hijo, Sanjey de trece años, y una hija, Amullú que hace
poquito cumplió los doce. Nos invitaron a cenar con ellos y fue un cumpleaños
diferente y lleno de alegría. Los niños nos quieren un montón y con frecuencia
suben a nuestra casa a traernos algo o simplemente a estar con nosotras. Ellos
hablan telugu y no nos entendemos demasiado con la lengua, pero hay una
relación muy entrañable y a nuestro estilo y al suyo nos comunicamos bien.
Amullu el día de su cumpleaños, cuando cenamos |
El
día de la amistad, que aquí se celebra mucho, un momento antes de iniciar
nuestra oración de la tarde, se presentaron todos en nuestra casa muy risueños y contentos. Nosotras
ni nos habíamos enterado de la celebración de tal fiesta, y con un sentido bien
profundo nos fueron colocando a cada una la pulserita que ellos mismos habían
fabricado, diciéndonos con alegría "Happy friendship day".
Compartimos un poco y luego bajaron a su casa tan felices.
Cenando en su casa |
En
esto yo observo varias cosas: una, la transmisión de unos valores que sin
muchas palabras unos padres regalan a sus hijos; otra, cómo la gente sencilla
es capaz de compartir todo, lo material (que no es abundante, sino más bien
escaso) y su tiempo, su cariño y su amistad; hay una relación de familia a
familia. Nosotras les decimos que entre las dos familias hacemos una única gran
familia y eso les pone muy contentos. No son palabras, es una realidad, y la
vivencia es mutua. Nosotras nos sentimos protegidas y ellos de otra manera
también se sienten acompañados por nosotras. Cada uno nos damos aquello que el
otro necesita y en esa simplicidad todos salimos beneficiados.
Foto con toda la familia |
¡Qué bonito es poder compartir lo que somos y
lo que tenemos con otras personas!
Desde esta página un H U R R A muy alto y
fuerte para quienes saben compartir con los demás, para quienes potencian la
vida de familia y hacen felices a los que tienen a su lado.
Hola Angelineeesss
ResponderEliminarQue guapa te veo, que sorpresa verte con esa melena.
Me encanta leer todo lo que dices, me emociono al leer.
Os mando todo mi cariño.
Gracias, Laurita! Es nuestra nueva vida, de la que tenemos tanto que aprender, no sólo la lengua. Muchos besos.
EliminarEs muy bonito lo que cuentas y las fotos elocuentes.
ResponderEliminarPodemos aprender de ellos a compartir con los demás ya que es una hermosa lección que nos dan.
Sigue disfrutando de esa familia y de sus bondades.
Un saludo para ellos de mi parte
Gracias, hermana
EliminarEs muy bonito lo que cuentas y las fotos elocuentes.
ResponderEliminarPodemos aprender de ellos a compartir con los demás ya que es una hermosa lección que nos dan.
Sigue disfrutando de esa familia y de sus bondades.
Un saludo para ellos de mi parte