Los
milagros de Jesús eran la consecuencia de una acción directa de su amor hacia
la humanidad. Los milagros no son algo mágico, sino que son el fruto del amor,
del compromiso que alguien hace por su hermano.
¿Y por
qué digo esto? Simple y llanamente porque lo que parece imposible llega a ser
posible cuando hay una implicación y una entrega hacia el otro.
Quiero
contar la preciosa experiencia que hemos vivido en nuestra comunidad a lo largo
de estos pasados meses. Así, por casualidad, nos enteramos de que un
seminarista, miembro de la comunidad a la que vamos a la Eucaristía cada
domingo estaba enfermo de cáncer y abocado a una muerte segura por falta de
recursos económicos en la familia. Nos impactó muchísimo ya que se trataba de una
persona joven, aparentemente muy fuerte y llena de vida.
Dentro de su casa |
Fuimos a visitarlo al
hospital cercano a nuestra casa donde se recuperaba de la quimioterapia recibida. Cuando lo encontramos había
recibido la segunda sesión y no era posible seguir con el tratamiento, ya que
su familia, muy pobre, no podía correr con tantos gastos (en India no hay ningún
tipo de seguros y cada paciente ha de costear su tratamiento). El nos recibió
con una gran sonrisa a pesar de la situación en la que se encontraba. Yo hablé
bastante con él y me expresó sus deseos de ser sacerdote. El sabía que se iba a
curar porque Dios le llamaba y pronto regresaría y se incorporaría al
seminario. La realidad era bien distinta. Si no había tratamiento no podía
haber curación. Ya no volvió al hospital, no había dinero para pagarlo.
Decidimos
en comunidad que le íbamos a visitar a su pueblo y que le íbamos a ayudar.
En el exterior de su casa |
Hicimos
una primera visita, hablamos con él y empezamos a apoyarle. Él se sintió muy
agradecido. Hubo una segunda y una tercera visita. En cada una de ellas íbamos
aportando aquello que iba necesitando. En su casa, muy pobre, nos acogían con
mucho cariño, de la forma que sólo los pobres saben hacer. Aunque no había
dinero, expresaban un algo muy especial en sus rostros. La comunicación no era
fácil, a través del hermano nos entendíamos en inglés, ya que todos ellos
hablan la lengua del estado, el telugu. Su padre fue a pescar para nosotras un
pescado fresco y no consintieron que dijéramos no. Pasaron los meses, él fue
recibiendo las diferentes sesiones de quimio y hoy está en el seminario en otro lugar,
precisamente junto al hospital, muy lejos del lugar en el que vivimos.
En la puerta del seminario |
Antes
de ayer fuimos a visitarlo y pudimos ver que se siente plenamente feliz. Se ha curado, se
encuentra muy bien y el gran deseo de su vida se está cumpliendo. Tras un
larguísimo viaje de cinco horas en bus llegamos al lugar. Allí nos esperaba con
toda la ilusión. No importa el cansancio del viaje, ese día para nosotras sólo
contó poder compartir con él un poquito de su profunda alegría.
Junto a un padre que vive en el seminario |
¿Existen
o no existen los milagros? Dios se sirvió de una pequeña comunidad, que llegó a
India hace un año, para manifestar su voluntad a una persona, a una familia.
Pero no somos nosotras quienes hemos posibilitado que el tratamiento se llevara
a cabo. No, han sido muchas personas que en España se sienten solidarias con
quienes no tienen lo más elemental y básico para vivir. Seguro que ahí dentro
están muchas de las personas que leéis este blog.
Este es
sólo un caso de los que hemos apoyado. Son varios más.
Los
milagros existen porque tú eres capaz de ponerte del lado del hermano que te
necesita. Gracias en su nombre y en el toda nuestra comunidad.