Llegó el 12 de Octubre, una fecha sonada para
muchas personas, desconocida para otras, pero
verdaderamente importante para nosotras como españolas, como chilenas, y
sobre todo como Misioneras de Ntra. Sra. del Pilar. Una fiesta que en India no
existe, pero que nosotras no podíamos pasar por alto y que teníamos que
celebrar de una forma muy especial.
En
un principio pensamos en celebrarla abierta a todos, invitando a las
comunidades, tal y como es costumbre en este lugar, pero a medida que se
acercaba el tiempo nos dimos cuenta que eso era una bonita idea, pero no la
podíamos llevar a cabo porque no contamos ni con espacio ni con medios para
acoger a tantas personas.
Así que, como el rectificar es de sabios,
cambiamos nuestros planes y decidimos vivirlo en la intimidad, contando con la
compañía del Sr. Obispo, algunos sacerdotes cercanos y las religiosas que nos
acompañan en la Misa cada miércoles.
El
día amanece pronto, igual que todos los días. Alguna hermana madruga un poco más
que de costumbre, pues es preciso tener todo a punto, y la Eucaristía va a ser
como los demás días a las 6,30 de la mañana. Todo está preparado. El Sr. Obispo
se dirige a nosotras en su homilía y nos invita a no tener miedo (distancia,
enfermedad, lengua...). Nos habla de nuestra afán como personas en buscar
seguridades y la necesidad que tenemos de fiarnos un poco más de Dios como hizo
María. Nos pone el ejemplo de los Apóstoles, de Santiago que con harto temor es
animado por María, nuestra Madre del Pilar. Hace una bonita reflexión sobre
María, la madre que anima, une fuerzas, alienta la débil fe de los apóstoles. En
esta Eucaristía es la primera vez que leemos oficialmente en inglés.
De
la Misa a la mesa. Pero antes agradecemos a las hermanas que nos han acompañado
en la Eucaristía, les damos las chocolatinas, como detalle de participación, ya
que no se quedan a desayunar con nosotras. Todos nos felicitan con fuerza y nos
desean una feliz celebración de nuestra fiesta. Y como digo, nuestra casa es
muy pequeña y por lo tanto la mesa también. Los exquisitos majares de comida
india no caben en ella, pero al final se produce el milagro y somos nueve los
comensales que de forma fraterna compartimos una gran variedad de viandas que
para el evento los vecinos nos han preparado con mucho primor, junto con
nuestros tradicionales manjares de cada día.
La
jornada en sí misma es un regalo. Antes de comer nos juntamos para rezar a
María, nuestra Madre en su día, y así nos encuentran Gloria y Celia, dos
hermanas de Uruguay y Bolivia respectivamente , Misioneras Cruzadas de la
Iglesia que tanto nos han ayudado y nos siguen ayudando. Compartimos con ellas
la comida y podemos gozar de unos momentos bonitos de convivencia degustando
los sabrosos alimentos que en día tan señalado no podían faltar. Precisamente
para esta ocasión habíamos guardado un sabrosísimo jamón que nuestras hermanas
saborean con mucho gusto.
Una
tarde normal, como cada día y al final de la misma la visita de nuestros
queridos vecinos que gozan de nuestra compañía tanto como nosotras de la suya.
Cuando ya nos íbamos a retirar llegan también los dos seminaristas diocesanos
con sus ramitos de flores.
Un
día bonito, y todo ello gracias a nuestra madre, la Virgen del Pilar.